Relatos de Deconquista
Mar Caribe 1511
En medio de una tormenta de aquellas que los antiguos habrían atribuido a la cólera de los dioses, el galeón español, cuyo nombre se perdió entre las aguas bravas del océano, se esforzaba por desafiar los embates de las olas que con furia incesante golpeaban su casco. Las crónicas cuentan que la tripulación, envuelta en un caos de voces y órdenes, luchaba por domar el furor del mar, que parecía decidido a tragarlos en su inmensidad. Gonzalo Guerrero, con la fiereza de un hombre probado por las adversidades, se aferraba al mástil central. Sus manos, curtidas por años de travesía, sostenían las sogas que pendían de las alturas, buscando estabilizar la embarcación bajo la cortina de lluvia y el rugir del trueno. Sin embargo, fue en ese combate desigual entre hombre y naturaleza que la fatalidad se reveló: una grieta en el casco, como herida abierta, permitió que las aguas, en su hambre voraz, invadieran el navío. Así, la esperanza de llegar a la Isla de la Española se hundió junto con la embarcación, entregando a sus ocupantes al destino incierto que dictaba el abismo.
TENOCHTITLAN 1516
origen-CODICE DURAN
tzilopochitl, el cual se llamaba Tzocoztecli. Este se levantó una noche, acaso, hacía la media noche a cosas necesarias de su cuerpo y mirando hacía el cielo vio en la parte de oriente una cometa poderosa que echaba de sí un largo resplandor, el cual amenazaba derechamente en estas partes. Atemorizado este mozo fuese para los que le servían y su guarda y díxoles, despertá y veres una cosa maravillosa y espantosa, no vista jamás en estas partes.
Montezuma envió luego a llamar al rey de Tezcuco Nezahualpilli y a suplicarle se llegase a verse con él para comunicarle lo que en el cielo había visto, le rogó, pues era su oficio y lo tenía por gracia y don divino el declarar aquellas cosas, que le declarase qué era lo que significaba una cosa tan nueva.
“Y se acaba en derecho de México y deste reino todo, y has de saber que todo su pronóstico viene sobre nuestros reynos, sobre los cuales a de haber cosas espantosas y de gran admiración: habrá en todas nuestras tierras y señoríos grandes calamidades y desventuras: no quedará cosa con cosa: habrá muertes innumerables: perderse han todos nuestros señoríos y esto será por permisión del Señor de las alturas, del día y de la noche y del ayre, de lo cual todo has de ser testigo y lo has de ver y en tu tiempo a de suceder, porque yo ya, en viendo de tu presencia, me iré a morir, y sé cierto que ya no me verás más y esta será la postrera vista que nos veremos en este mundo.”
CHACTEMAL, Febrero de 1519
Habiéndose Gonzalo Guerrero apartado con determinación de participar en la jornada del conquistador Cortés, que venía con ánimo de sojuzgar estas tierras en nombre del rey de Castilla, se aprestó con celeridad a dar aviso a los mayas cocomes, para que con diligencia hicieran llamar a los pueblos vecinos y los pusieran en conocimiento del peligro que sobre ellos se cernía. Entonces, con firme resolución, habló el dicho Guerrero, desmintiendo con palabras llenas de gravedad la supuesta divinidad del capitán español y de los hombres que con él venían, afirmando que no eran más que hombres mortales, sujetos al hambre, a las fatigas y a las miserias de la carne, y cuya avidez era tal que buscaban conquistar cuanto hallaban a su paso.
El señor Na Chan Ka'an , grande y poderoso cacique de los cocomes, tras oír el relato del Guerrero, no aguardó un instante más, sino que invocó a las fuerzas del Xibalbá, suplicándoles brindaran a uno de sus mensajeros con la fuerza para promulgar el mensaje y pudiera llevar aviso a las demás naciones mayas. Así, ante los ojos de su gente, el emisario en ese mismo momento, con espanto y maravilla de los presentes, comenzó a trocarse su forma: sus brazos se alargaron y dieron en convertirse en alas poderosas; su torso creció con fuerza sobrehumana; y de su cuerpo surgió una cola vasta, que se desplegó con magnificencia tal que era cinco veces mayor que su propia figura.
De un solo batir de sus alas, el emisario se alzó en los aires, transformado ya en un portentoso quetzal, cuyas plumas resplandecían como joyas, y cuya sombra, semejante a una gran serpiente emplumada, se extendió sobre la selva. Así partió hacia el noroeste, llevando la advertencia a los pueblos vecinos para que estuvieran prevenidos contra el yugo que los extranjeros venían a imponer.
Más grande fue el pesar del quetzal, pues en su vuelo, al cruzar por las tierras que antaño habían sido libres, contempló con sus propios ojos cómo muchas naciones mayas ya habían sucumbido, sus gentes tomadas por esclavos y sus templos y ciudades reducidos a ruinas bajo el peso de la conquista española. Y aunque triste y con el corazón lleno de aflicción, el quetzal prosiguió su jornada, decidido a llevar la advertencia a los pueblos que aún permanecieran en libertad, para que se alzaran contra la amenaza que se abatía sobre ellos.